lunes, 22 de febrero de 2010

Todo paso muy rapido (parte 5)

A la mañana siguiente me sentía fatal: No había dormido bien el brazo me ardía y tenía un dolor en la cabeza tremenda. El hecho de que Edward se mostrara dulce pero distante antes de escabullirse por la ventana no mejoro mis perspectivas. Le tenía pavor a lo que hubiera pensado sobre el bien y el mal mientras yo dormía. La ansiedad parecía aumentar el dolor de mis sienes.

Edward me esperaba como siempre en la escuela, pero su rostro evidenciaba que algo no hiba bien. En sus ojos había algo oculto que me asustaba y me daba inseguridad, no quería hablar sobre el día pasado pero estaba convencida que las cosas serian peor si rehuía el asunto.

Me abrió la puerta del carro

-¿Qué tal te sientes?

-Muy bien – mentí.

Caminamos en silencio, mi mente divagaba entre muchas preguntas que tenia que hacerle… Pero mejor tendría que hacérselas a Alice, ¿Cómo estaba Jasper esta mañana? y otras mas…

Transcurrió la mañana muy despacio. Me moría de ganas de ver a Alice y hablarle aunque sabía que no podía por la presencia de Edward que continuaba distante… Cuando me preguntaba por el brazo yo mentía.

A menudo Alice nos esperaba en el almuerzo pero hoy no estaba con una bandeja de comida al frente que no iba a probar.

Edward no explico su ausencia, supuse que sería porque su clase se atraso pero salieron sus compañeros de la clase de francés.

-¿Dónde está Alice? – le pregunte a Edward con nerviosismo. Vacilo para contestar

-Esta con Jasper

-¿Y el está bien?

-Se fue por una temporada.

-¡¿Qué?! ¿Adónde?

Edward se encogió de hombros.

-A ningún lado en especial

-Y Alice también – dije con resignación desesperada. Claro si Jasper la necesitaba ella iría

-Si, también se fue por un tiempo. Intentaba convencerlo de que fuera a Denali

Denali era el lugar donde vivía la otra comunidad de vampiros de gente buena como los Cullen, integrada por Tanya y su familia.

Suspire triste, había logrado sacar a Alice y Jasper como a Rosalie y a Emmett; era una plaga.

-¿Te molesta el brazo? – pregunto solicito

-¿A quién le importa mi estúpido brazo? – pregunte irritada

No contesto y yo deje caer la cabeza sobre la mesa.

Al final del día el silencio se había convertido en algo ridículo. Yo no quería romperlo pero como estaba yendo tendría que hacerlo si quería que me volviera a hablar.

-¿Vendrás luego por la noche? – pregunte

-¿Por la noche?

Me agrado que pareciera sorprendido

-Tengo que trabajar

-Oh – murmuro el

-Vendrás luego cuando este en casa ¿no? – pregunte, me sentía insegura de su respuesta. Lo odiaba

-Si quieres que valla…

-Siempre quiero que vengas- le recordé con más de la intensidad necesaria.

Esperaba que se riera o sonriera pero solo dijo con indiferencia:

-De acuerdo, está bien.

Me dio un beso en la frente antes de cerrar la puerta he irse a zancadas a su coche con su elegancia habitual.

Conseguí salir del estacionamiento dominando mi pánico y llegue a mi trabajo el local de los Newton hiperventilando.

Me dije que el solo necesitaba tiempo lograría reponerse. Tal vez la dispersión de su familia tendría algo que ver, pero volverían pronto. Si servía de algo no volvería poner un pie en esa casa. Igual seguiría viendo a Alice en la escuela porque… tendría que volver ¿no? Además sin duda vería a Carlisle en la sala de urgencias.

Después de todo lo sucedido ayer carecía de importancia. En realidad no había ocurrido nada, solo otra de mis caídas; la historia de mi vida… Lo compare con la primavera pasada con James, casi muero por la pérdida de sangre pero Edward se había sobrepuesto a eso, ¿Por qué a esto no? ¿Será porque no hay enemigo del cual protegerme? ¿O porque era su hermano?

Quizá sería mejor que nos fuéramos lejos, sería mejor que continuar dispersando a su familia; se me paso un poco el abatimiento cuando lo considere todo en su conjunto. Irnos y decir que nos fuimos a la universidad como Emmett y Rosalie. Me sentí por fin lista para salir del coche e ir a la tienda de los Newton, cuando entre Mike se me adelanto y me saludo cuando entre, mis pensamientos volaban entre la posibilidad de irme con Edward. La tarde transcurrió normalmente.

Me alivio rotundamente ver el auto de Edward aparcado en mi casa. Me molesto profundamente sentirme así. Me encamine deprisa hacia la puerta cuando la abrí empecé a llamar:

-¿Papa? ¿Edward?

Mientras hablaba escuche el sonido de la televisión en mi sala.

-Estoy aquí – contesto Charlie a gritos

Colgué mi impermeable y corrí prácticamente a la sala, mi padre estaba sentado en el sofá viendo fijamente la televisión y también Edward; esa era una actitud de mi padre, pero no de Edward.

-Hola – dije débilmente

-Hola Bella – contesto mi padre sin apartar los ojos de la TV – queda pizza fría, creo que todavía está en la mesa

-De acuerdo

Espere en el vestíbulo, finalmente Edward me volteo a ver y me sonrió educadamente.

-Ahora voy contigo – me prometió y volteo de nuevo

Permanecí allí, muda de asombro, casi un minuto sin que ninguno de ellos se diera cuenta. Experimente una sensación, tal vez de pánico, creciendo en mi pecho. Corrí a la cocina

Me senté en la silla y subí mis rodillas rodeándola con mis brazos. Algo iba muy mal, quizás mucho peor de lo que pensaba, todavía llegaban los sonidos de la sala de la televisión.

Estaba pensando detenidamente en todo lo que pasaba… Mis soluciones y problemas… estaba muy, muy preocupada.

En la mesa vi, el álbum de fotos que me regalo Renée y la cámara de Charlie que me regalo, la roce con las yemas del los dedos y apoye mi mejilla en mi rodilla. Quería dejar un testimonio sobre mi vida aquí, porque tal vez no transcurriera mucho tiempo antes de que tuviera que abandonar Forks.

Juguetee con la correa de la cámara mientras recordaba la primera foto, me rei entre dientes recordando su cara despreocupada de la noche anterior. La risa desapareció… ¡Había cambiado tanto y con tanta rapidez…!

No quería pensar más en ello, tome la cámara y subí las escaleras

Saque una instantánea de la habitación aunque no había cambiado mucho a lo largo de los diecisiete años. No había mucho más que fotografiar ya que la noche era cerrada; sin embargo el sentimiento….


**********************************


Los resumenes murieron hay xD

ES QUE TODOS LO HAN LEIDO =S

Si no leanlo aka!

http://luz-welcometoforks.blogspot.com/

Vaaa???

Buenoo me dicen si quieren los resumenes o que empecemos con la historia de una!

ME DICEN

NOS DICEN

vaaaa???

Buenooo kisitooos!

=)

Att: Gelly y Mafeziita!





lunes, 1 de febrero de 2010

Todo paso muy rapido (parte 4)

Carlisle fue el único que conservó la calma. En la autoridad de su voz se acumulaban siglos de experiencia adquirida en salas de urgencias. Pidió que se llevaran a Jasper, y Emmett asintió, El tenía una expresión demente en los ojos. Continuó resistiéndose contra Emmett. Se debatió e intentó alcanzar a su hermano con los colmillos. El rostro de Edward estaba blanco como la cal cuando rodó para cubrir con su cuerpo el mío en una posición claramente defensiva. Estaba segura de que en ese momento no respiraba.
Rosalie, la de rostro divino, se puso delante de Jasper,
y ayudó a Emmett en su forcejeo para sacarlo por la puerta de cristal que Esme sostenía abierta, aunque sin dejar de taparse la nariz y la boca con una mano.
El rostro en forma de corazón de Esme parecía avergonzado.
Se disculpó entre sollozos antes de seguir a los demás hasta el patio.
—Deja que me acerque, Edward —murmuró Carlisle.
Paso un segundo antes de que Edward asintiera y relajara la postura.
Carlisle se arrodilló a mi lado y se inclinó para examinarme el brazo. Mi rostro aún mostraba la conmoción de la caída así que intenté recomponerme un poco.
El le dijo algo a Alice que no me intereso prestar atención.
Me pregunto si me llevaba al hospital pero le pedí que me curara aquí

—Te traeré el maletín —se ofreció Alice.
—Vamos a llevarla a la mesa de la cocina —le sugirió Carlisle a Edward.
Edward me levantó sin esfuerzo; Carlisle mantuvo firme la presión sobre mi brazo y me preguntó:
—¿Cómo te encuentras, Bella?
—Estoy bien —mi voz sonó razonablemente firme, lo cual me agradó.
El rostro de Edward parecía tallado en piedra.
Alice ya se encontraba allí. El maletín de Carlisle estaba encima de la mesa, Edward me sentó con dulzura en una silla. Carlisle acercó otra y se puso a trabajar sin hacer pausa alguna.
Edward permaneció de pie a mi lado, todavía alerta, aunque continuaba sin respirar.
—Sal, Edward —suspiré.
Se negó pero su mandíbula estaba rígida y sus ojos ardían con la intensidad de la sed contra la que luchaba, una sed aún peor que la de los demás.
—No tienes por qué comportarte como un héroe. Carlisle puede curarme sin tu ayuda. Sal a tomar un poco el aire.
Hice un gesto de malestar cuando Carlisle me hizo algo en el brazo que dolió.
—Me quedaré —decidió él.
Alice y Carlisle lo convencieron no sé cómo
Edward entrecerró los ojos como si pensara que nos habíamos confabulado contra él, pero finalmente, asintió y salió sin hacer ruido por la puerta trasera de la cocina.
Carlisle siguió trabajando, y Alice no pudo resistirse así que tuvo que salir de la habitación.
—Bien, ya no queda nadie —suspiré—. Está claro que soy capaz de desalojar una habitación.
—No es culpa tuya —me consoló Carlisle sonriendo entre dientes—. Podría pasarle a cualquiera.
—Podría —repetí—, pero casualmente sólo me pasa a mí.
Él volvió a reírse.
—¿Cómo puedes hacer esto? —le pregunté—. Incluso Alice y Esme... —mi voz se extinguió y sacudí la cabeza maravillada.
—Son años y años de práctica —me explicó—, ya casi no noto el olor.
—¿Crees que te resultaría más difícil si abandonaras el hospital durante un periodo largo de tiempo y no tuvieras alrededor tanta sangre?
—Quizás —se encogió de hombros —. Aunque... nunca he sentido la necesidad de tomarme unas largas vacaciones —me dirigió una brillante sonrisa—. Me gusta demasiado mi trabajo.
Tic, tic, tic. Me sorprendía la cantidad de cristales que parecía haber en mi brazo

—¿Y qué es lo que te gusta de tu trabajo? —le pregunté en voz alta

Sus ojos oscuros se mostraban tranquilos y pensativos cuando me contestó:
—MMM. Disfruto especialmente cuando mis habilidades... especiales me permiten salvar a alguien que de otro modo… - y no preste mucha atención,
un lado de su boca se elevó en una media sonrisa.
—Que, al fin y al cabo, no es culpa tuya —sugerí, mientras comenzaba a sentir una nueva clase de pinchazos en los bordes de la herida—. Lo que quiero decir es que tú no pediste esto. No escogiste esta clase de vida y, aun así, has de luchar mucho para superarte a ti mismo.
—No creo que intente compensar a nadie —me contradijo con dulzura—. Como todo el mundo, sólo he tenido que decidir qué hacer con lo que me ha tocado en la vida.
—Haces que suene demasiado fácil.
Examinó de nuevo mi brazo.
—Muy bien —dijo mientras cortaba el hilo—. Terminado.
Sacó un gran bastoncillo de algodón y lo empapó en un líquido parecido al jarabe que luego me extendió por toda la zona herida. El olor era extraño e hizo que me diera vueltas la cabeza. El jarabe me manchó el brazo.

—Estoy seguro de que esto suena un poco extraño, procediendo de un vampiro —sonrió al percatarse de que siempre me sorprendía cuando él mencionaba la palabra con tanta naturalidad—, pero albergo la esperanza de que esta vida tenga algún sentido, incluso para nosotros. Es una posibilidad remota, lo admito —continuó con voz brusca—. Según dicen, estamos malditos de todas formas, pero espero, quizás estúpidamente, que alcancemos un cierto mérito por intentarlo.
—No creo que sea una estupidez —murmuré. No me podía imaginar a nadie, que no se sintiera impresionado por Carlisle —. Y tampoco creo que nadie lo vea así.
—Pues, tú eres la única que está de acuerdo conmigo.
— ¿Los demás no lo ven igual? —pregunté sorprendida; en realidad, sólo pensaba en una persona.
Carlisle nuevamente adivinó la dirección de mis pensamientos.
—Edward sólo comparte mi opinión hasta cierto punto. Para él, Dios y el cielo existen... al igual que el infierno. Pero no cree que haya vida tras la muerte para nosotros —Carlisle hablaba en voz muy baja. Su mirada se perdía a través de la ventana en el vacío, en la oscuridad—. Ya ves, él cree que hemos perdido el alma.
Pensé inmediatamente en las palabras de Edward esa misma tarde: ...a menos que desees morir, o lo que sea que nosotros hagamos. Una bombilla se encendió en mi mente.
—Ése es el problema, ¿no? —intenté adivinar—. Por eso resulta tan difícil persuadirle en lo que a mí respecta.
Carlisle respondió pausadamente.
—Miro a mi... hijo, veo la fuerza, la bondad, la luz que emana, y eso todavía da más fuerzas a mi esperanza, a mi fe, más que nunca. ¿Cómo podría ser de otra manera con una persona como Edward?
Asentí con la misma confianza.
—Pero si yo creyera lo mismo que él... —me miró con sus ojos insondables—. Si tú creyeras lo mismo que él, ¿le quitarías su alma?
La forma en que enunció la pregunta desbarató mi respuesta.
—Supongo que ves el problema.
Negué con la cabeza, consciente de la posición terca de mi barbilla.
Carlisle suspiró.
—Es mi elección —insistí.
—También es la suya —levantó la mano —, desde el momento en que él es el responsable de hacerlo.
—No es el único capaz de hacerlo —fijé una mirada en él, que se echó a reír, aligerando repentinamente su humor.
—¡Oh, no, me parece que has de solucionarlo con él! —entonces suspiró—. Ésta es la parte de la que nunca puedo estar seguro. En muchos otros sentidos, creo que he hecho lo mejor que he podido con lo que me ha tocado. Pero ¿es correcto maldecir a otros con esta clase de vida? No podría tomar esa decisión.
No pude contestar. Imaginé lo que podría haber sido mi vida si Carlisle hubiera resistido la tentación de cambiar su vida solitaria... y me estremecí.
- Supongo que ahora debo llevarte a casa.
—Yo lo haré —intervino Edward, que entró en el salón en penumbra y se acercó despacio hacia mí. Su rostro estaba en calma, impasible, pero había algo raro en sus ojos, algo que intentaba esconder con todo su empeño. Sentí un incómodo espasmo en el estómago.
—Carlisle me puede llevar —contesté. Me miré la blusa; la tela de algodón azul claro estaba moteada con manchas de sangre. El hombro derecho lo tenía cubierto con una capa espesa de una especie de glaseado rosa.
—Estoy bien —repuso con voz inexpresiva—. En cualquier caso, debes cambiarte de ropa. Le diré a Alice que te preste algo.
Salió a grandes zancadas por la puerta de la cocina.
Miré a Carlisle con ansiedad.
—Está muy disgustado.
—Sí —coincidió Carlisle—. Esta noche ha ocurrido precisamente lo que más teme, que te veas en peligro debido a lo que somos.
—No es culpa suya.
—Tampoco tuya.
Desvié la mirada de sus ojos sabios y hermosos. No podía estar de acuerdo con eso.
Carlisle me ofreció la mano para ayudarme a levantar de la mesa. Le seguí hacia la habitación principal. Esme había regresado y se había puesto a limpiar en donde paso todo—Esme, déjame que lo haga —pude sentir que enrojecía otra vez.
—Ya casi he terminado —me sonrió—. ¿Qué tal estás?
—Estoy bien —le aseguré—. Carlisle cose mucho más deprisa que cualquier otro doctor de los que conozco.
Ambas reímos entre dientes.
Alice y Edward entraron por la puerta trasera. Alice se apresuró a acudir a mi lado, pero Edward se rezagó, con una expresión indescifrable.
—Venga, vamos —me dijo—. Te daré algo menos macabro para que te lo pongas.
Encontró una blusa de Esme de un color muy parecido a la mía. El largo vendaje blanco del brazo no parecía ni la mitad de serio una vez que dejé de estar salpicada de sangre. Charlie ya nunca se sorprendía de verme vendada.
—Alice —susurré cuando ella se dirigió hacia la puerta.
— ¿Sí?
— ¿Cómo está Jasper?
Ella suspiró.
—No se siente muy orgulloso de sí mismo. Todo esto supone un gran reto para él, y odia sentirse débil.
—No es culpa suya. Dile que no estoy enfadada con él, en absoluto, ¿se lo dirás?
—Claro.
Edward me esperaba en la puerta principal. La abrió —sin despegar los labios— en cuanto llegué al pie de la escalera.
Alice me recordó los regalos, y me los dio.
Esme y Carlisle se despidieron con un tranquilo «buenas noches». Advertí las miradas furtivas que dirigían a la expresión impasible de su hijo, igual que las mías.
Fue un alivio salir afuera. Me apresuré a dejar atrás los farolillos y las rosas, ahora recuerdos incómodos. Edward se adaptó a mi ritmo sin decir ni una palabra. Me abrió la puerta del copiloto y subí sin quejarme.
Había un gran lazo rojo en torno al nuevo aparato estéreo del salpicadero. Quité el lazo y lo arrojé al suelo. Edward se sentó al volante mientras lo escondía debajo de mi asiento... Condujo con rapidez por el sinuoso camino.
El silencio me estaba volviendo loco.
—Di algo —supliqué al fin, cuando enfilaba hacia la carretera.
— ¿Qué quieres que diga? —preguntó con indiferencia.
Me acobardé ante su tono distante.
—Dime que me perdonas.
Esto hizo que su rostro se agitara con una chispa de vida, una chispa de ira.
— ¿Perdonarte? ¿Por qué?
—Nada de esto hubiera ocurrido si hubiera tenido más cuidado.
—Bella, te has cortado con un papel. No es como para merecer la pena de muerte.
—Sigue siendo culpa mía.
Mis palabras demolieron la barrera que contenía sus emociones.
— ¿Culpa tuya? ¿Qué hubiera sido lo peor que te hubiera podido pasar de haberte cortado en la casa de Mike Newton, con tus amigas humanas, Ángela y Jessica? Si hubieras tropezado y te hubieras caído sobre una pila de platos de cristal sin que nadie te hubiera empujado, ¿qué es lo peor que te hubiera podido pasar? ¿Manchar de sangre los asientos del coche mientras te llevaban a urgencias? Mike Newton te hubiera tomado la mano mientras te cosían sin tener que combatir contra el ansia de matarte todo el tiempo que hubieras permanecido allí. No intentes culparte por nada de esto, Bella. Sólo conseguirás que todavía me sienta
aun más disgustado.
— ¿Cómo es que ha entrado Mike Newton en esta conversación? —inquirí.
—Mike Newton ha aparecido en esta conversación porque, maldita sea, él te hubiera convenido mucho más que yo —gruñó.
—Preferiría morir antes que terminar con Mike Newton —protesté
—No te pongas melodramática, por favor.
—Vale; entonces, no seas ridículo.
No me contestó. Miró a través del cristal delantero con una expresión furibunda.
Ya habíamos llegado a casa, apagó el motor, sin apartar las manos que apretaban el volante.
— ¿Te quedarás esta noche? —le pregunté.
—Debería irme a casa.
Lo último que quería era que se marchara para seguir regodeándose en el remordimiento.
—Sólo por mi cumpleaños —le presioné.
—No puedes tener las dos cosas, o quieres que la gente ignore tu cumpleaños o no lo quieres. Una cosa u otra.
Su voz sonaba severa, pero no tan seria como antes. Para mis adentros, suspiré con alivio.
—De acuerdo. Acabo de decidir que no quiero que ignores mi cumpleaños. Te veré arriba.
Me volví un momento para recoger mis paquetes. El frunció el ceño.
Me dijo que no era necesario pero yo insistí, asi que me dijo que él los llevaría a mi habitación.
Yo sonreí.
—Gracias.
—Feliz cumpleaños —suspiró y se inclinó para rozar mis labios con los suyos.
Me puse de puntillas para prolongar el beso, pero él se retiró, sonrió con esa sonrisa traviesa que tanto me gustaba y desapareció en la oscuridad.
El juego no se había acabado. Tan pronto como traspasé la puerta principal, sonó el timbre que anunciaba mi llegada por encima del parloteo del gentío en la televisión.

Una conversación aburrida vino hasta que pregunto:
— ¿Qué le ha pasado a tu brazo?
Enrojecí y maldije en mi fuero interno.
—Resbalé, pero no ha sido nada.
—Ay, Bella —suspiró él al tiempo que sacudía la cabeza.
—Buenas noches, papá.
Me apresuré hacia el baño, donde guardaba mi pijama para noches como éstas. Me vestí, me lavé la cara con una mano, los dientes, y me precipité a mi habitación.
Estaba sentado en el centro de mi cama sin dejar de juguetear ociosamente con una de las cajas plateadas.
—Hola —dijo con voz apenada; parecía regodearse en la tristeza.
Me fui a la cama, le quité los regalos de las manos y me senté en su regazo.
—Hola —me acurruqué contra su pecho.- ¿Puedo abrir mis regalos ahora?
— ¿A qué viene tanto entusiasmo repentino? —me preguntó.
—Has despertado mi curiosidad.
Tomé en primer lugar el paquete plano y alargado; suponía que era el regalo de Carlisle y Esme.
—Déjame —sugirió él. Me lo quitó de las manos, rompió el papel con un movimiento fluido y me devolvió una caja blanca rectangular.
Dentro de la caja había una larga pieza de papel grueso con una agobiante cantidad de letra impresa de gran calidad. Me llevó un minuto comprender lo fundamental de la información.
— ¿Vamos a ir a Jacksonville? —me emocioné a mi pesar. Era un vale para billetes de avión, para ambos.
—Esa es la idea.
—No puedo creerlo. ¡Renée se va poner loca de contento! ¿Seguro que no te importa? Es un lugar soleado y tendrás que estar dentro todo el día.
—Creo que me las apañaré —contestó, pero luego frunció el ceño—. Te habría obligado a abrirlo delante de Carlisle y Esme de haberme imaginado que corresponderías con tanto entusiasmo a un regalo como éste. Pensé que protestarías.
—Bueno, es cierto que es excesivo. Pero ¡lo aceptaría sólo por llevarte conmigo!
Se rió entre dientes.
Dejé los billetes a un lado y tomé su regalo, ya que mi curiosidad se había reavivado. Me lo quitó de las manos y lo desenvolvió como el primero.
Me devolvió un estuche de regalo para CD con un disco virgen plateado en el interior.
— ¿Qué es? —pregunté, perpleja... Tomó el CD y se alzó sobre mí para ponerlo en el reproductor que había en la mesilla de noche. Pulsó el botón de play y esperamos en silencio. Entonces, empezó a sonar la música.
Escuché con los ojos como platos y sin poder articular palabra. Supe que él esperaba mi reacción, pero fui incapaz de hablar. Se me llenaron los ojos de lágrimas y alcé la mano para limpiármelas antes de que empezaran a derramarse.
— ¿Te duele el brazo? —me preguntó con ansiedad.
—No, no es mi brazo. Es precioso, Edward. No me podías haber regalado nada que me gustara más. No puedo creerlo.
Me callé, porque quería seguir escuchando la música. Su música. La había compuesto él.
—Supuse que no me dejarías traer aquí un piano para interpretarla —me explicó.
—Tienes razón.
— ¿Te duele el brazo?
—Está bastante bien

—Te traeré un Tylenol.
—No necesito nada —protesté, pero me desligó de su regazo y se dirigió a la puerta.
—Charlie —susurré
—No me verá —prometió Edward mientras desaparecía silenciosamente por la puerta. Volvió a tiempo de sujetarla antes de que el borde llegara a tocar el marco. Traía una caja de pastillas en una mano y un vaso de agua en la otra.
Tomé las pastillas que me dio sin protestar, ya que sabía que perdería en la discusión. Además, el brazo me molestaba de veras.
Mi nana continuaba sonando de fondo, dulce y encantadora.
—Es tarde —señaló Edward. Me alzó por encima de la cama con un brazo y con el otro abrió la cama. Me acostó y se acostó a mi lado, pero encima de la ropa de cama de modo que no me quedara congelada y me pasó el brazo por encima.
Apoyé la cabeza en su hombro y suspiré, feliz.
—Gracias otra vez —susurré.
—No hay de qué.
Nos quedamos sin movernos ni hablar durante un buen rato, hasta que la nana llegó a su fin y comenzó otra canción.
— ¿En qué estás pensando? —le pregunté con un murmullo.
Dudó un segundo antes de contestarme.
—Estaba pensando en el bien y el mal.
Un escalofrío me recorrió la columna.
— ¿Te acuerdas de cuando decidí que no quería que ignoraras mi cumpleaños? —le pregunté enseguida en un intento de distraerlo
—Sí —admitió con cautela.
—Bien, estaba pensando... que ya que todavía es mi cumpleaños, quería que me besaras otra vez.
—Pues sí que estás antojadiza esta noche.
—Pues sí, pero claro, no tienes que hacer nada que no quieras —añadí, picada.
Rió y después suspiró.
—Que el cielo me impida hacer aquello que no quiera —repuso con una extraña desesperación en la voz mientras ponía el dedo bajo mi barbilla y alzaba mi rostro hacia el suyo.
El beso empezó del modo habitual, Edward procuraba tener el mismo cuidado de siempre y mi corazón reaccionaba de forma como de costumbre. Entonces, algo pareció cambiar. De pronto, sus labios se volvieron más insistentes y su mano libre se enredó en mi pelo aferrando mi cabeza firmemente contra la suya. Agarré su pelo con mis manos; estaba cruzando los límites impuestos por su cautela, sin duda, pero esta vez no me detuvo. Sentí su frío cuerpo a través de la fina colcha, y me apreté con deseo contra él.
Cuando se apartó me empujó hacia atrás con manos amables, pero firmes.
Me desplomé en la almohada, con la cabeza dándome vueltas. Algo intentaba asomar en los límites de mi memoria, pero se me escapaba...
—Lo siento —dijo él, también sin aliento—. Esto es pasarse de la raya.
—A mí no me importa en absoluto —resollé.
Frunció el ceño.
—Intenta dormir, Bella.
—No, quiero que me beses otra vez.
—Sobrestimas mi autocontrol.
— ¿Qué te tienta más, mi sangre o mi cuerpo? —le desafié.
—Hay un empate —sonrió ampliamente a pesar de sí mismo y se puso serio otra vez—. Y ahora, ¿por qué no dejas de tentar a la suerte y te duermes?
—Vale —asentí mientras me acurrucaba junto a él. Me sentía realmente exhausta.
Estaba medio dormida, más bien casi del todo, cuando me di cuenta de qué era lo que me había recordado su beso: la pasada primavera, cuando tuvo que dejarme para intentar apartar a James de mi pista, Edward me había besado como despedida, sin saber cuándo o si nos veríamos de nuevo. Este beso había tenido el mismo sabor doloroso por alguna razón que no acertaba a imaginar. Me sumí en una inconsciencia inquieta, como si ya tuviera una pesadilla.

*********************************************

Hahaha Bueno que resumen mas largo no creen??

Jijiji BuenoO Luego mañana o el miercoles subo el otro =)

Resumidas por mafeziita y yo xD

Att: Gelly

domingo, 31 de enero de 2010

Todo paso muy rapido (parte 3)

— ¿Charlie? —aventuré.
Edward sonrió. Poco después escuché los pasos de mi padre. Busqué y tomé su mano con firmeza, mi padre bien podría tolerar eso.
Charlie entró con una caja de pizza en las manos.
—Hola, chicos —me sonrió—. Supuse que querrías tomarte un respiro de cocinar y fregar platos el día de tu cumpleaños. ¿Hay hambre?
Le agradecí, Charlie no hizo ningún comentario sobre la aparente falta de apetito de Edward. Estaba acostumbrado a que no cenara con nosotros.
Edward le Pregunto a Charlie, si podía ir a la fiesta de esta noche
Miré a Charlie con rostro esperanzado. Quizás él tuviera ese tipo de concepto de cumpleaños que consiste en «quedarse en casa», en plan familiar.
—Eso es estupendo, los Mariner juegan con los Fox esta noche —explicó Charlie, y mi esperanza desapareció—, Toma —sacó la cámara que me había comprado por sugerencia de René (ya que necesitaría fotos para llenar mi álbum) y me la lanzó.
Él debería haber sabido mejor que nadie que yo no era ninguna maravilla de coordinación de movimientos. La cámara cayó dando vueltas hacia el suelo. Edward la atrapó en el aire antes de que se estampara contra el linóleo.
Y hablaron y hablaron…
—Que se divirtáis esta noche, chicos —eso era claramente una despedida. Charlie ya se iba camino del salón y de la televisión.
Edward sonrió triunfante y me tomó de la mano, Para salir
Cuando fuimos a buscar mi coche, me abrió la puerta del copiloto y no protesté. Todavía me costaba mucho trabajo encontrar el camino oculto que llevaba a su casa en la oscuridad.
Edward condujo hacia el norte, hacia las afueras de Forks, visiblemente irritado por la escasa velocidad a la que le permitía conducir mi prehistórico Chevrolet. El motor rugía más fuerte de lo habitual mientras intentaba ponerlo a más de ochenta.
—Tómatelo con calma —le advertí.—¿Puedes hacerme un favor?

En el camino fue hablando sobre autos, y criticando a el mio, también me pidió que “me Comportara”
—Probablemente debería avisarte de que...
—Bien, hazlo.
—Cuando digo que todos están emocionados... me refiero a todos ellos.
—¿Todos? —me sofoqué—. Pensé que Emmett y Rosalie estaban en África.
Me sentía terriblemente culpable por la situación. Ya me había dado cuenta de que la prolongada ausencia de Emmett y Rosalie era por mi causa, a pesar de que, sin reconocerlo abiertamente, estaba encantada de no tener que verla. A Emmett, el travieso hermano de Edward, sí que le echaba de menos. En muchos sentidos, se parecía a ese hermano mayor que yo siempre había querido tener..., sólo que era mucho, mucho más amedrentador.
Edward decidió cambiar de tema.
—Así que, si no me dejas regalarte el Audi, ¿no hay nada que quieras por tu cumpleaños?
Mis palabras salieron en un susurro.
—Ya sabes lo que quiero.

—Esta noche, no, Bella. Por favor.
—Bueno, quizás Alice pueda darme lo que quiero.
Edward gruñó; era un sonido profundo y amenazante.
—Este no va a ser tu último cumpleaños, Bella —juró.
—¡Eso no es justo!
Creo que pude oír cómo le rechinaban los dientes.
Estábamos a punto de llegar a la casa. Las luces brillaban con fuerza en los dos primeros pisos. Una larga línea de relucientes farolillos de papel colgaba de los aleros del porche, irradiando un sutil resplandor sobre los cedros que rodeaban la casa. Grandes maceteros de flores —rosas de color rosáceo— se alineaban en las amplias escaleras que conducían al porche.
Gemí.
Edward inspiró profundamente varias veces para calmarse.
—Esto es una fiesta —me recordó—. Intenta ser comprensiva.
—Seguro —murmuré.
Él dio la vuelta al coche para abrirme la puerta y me ofreció su mano.
—Tengo una pregunta.
Esperó con cautela.
—Si revelo esta película —dije mientras jugaba con la cámara entre mis manos—, ¿aparecerás en las fotos?
Edward se echó a reír. Me ayudó a salir del coche, me arrastró casi por las escaleras y todavía estaba riéndose cuando me abrió la puerta.
Todos nos esperaban en el salón y saludaron con «¡Feliz cumpleaños, Bella!», a coro y en voz alta, cuando atravesé la puerta. Enrojecí y clavé la mirada en el suelo. Alice, supuse que había sido ella, había cubierto cada superficie plana con velas rosadas y había docenas de jarrones de cristal llenos con cientos de rosas. Cerca del gran piano de Edward había una mesa con un mantel blanco, sobre el cual estaba el pastel rosa de cumpleaños, más rosas, una pila de platos de cristal y un pequeño montón de regalos envueltos en papel plateado.
Era cien veces peor de lo que pensé.
Edward, al notar mi incomodidad, me pasó un brazo alentador por la cintura y me besó en lo alto de la cabeza.
Esme y Carlisle eran los que estaban más cerca de la puerta. Esme me abrazó con cuidado y me besó en la frente. Entonces, Carlisle me pasó el brazo por los hombros.
—Siento todo esto, Bella —me susurró en un aparte—. No hemos podido contener a Alice.
Rosalie y Emmett estaban detrás de ellos. Ella no sonreía, pero al menos no me miraba con hostilidad. El rostro de Emmett se ensanchó en una gran sonrisa. Habían pasado meses desde la última vez que los vi; había olvidado lo gloriosamente bella que era Rosalie, tanto, que casi dolía mirarla. Y Emmett siempre había sido tan... ¿grande?
—No has cambiado en nada —soltó Emmett con un tono burlón —. Esperaba alguna diferencia perceptible, pero aquí estás, con la cara colorada como siempre.
—Muchísimas gracias, Emmett —le agradecí mientras enrojecía aún más.
Él se rió. Dijo que tenía que salir y me pidió que no me divirtiera en su ausencia.
Alice soltó la mano de Jasper y saltó hacia mí, con todos sus dientes brillando en la viva luz. Jasper también sonreía, pero se mantenía a distancia. Se apoyó, alto y rubio, contra la columna, al pie de las escaleras. Jasper tenía más problemas que los demás a la hora de someterse a la dieta de los Cullen; el olor de la sangre humana le resultaba mucho más irresistible a él que a los demás, a pesar de que llevaba mucho tiempo intentándolo.
—Es la hora de abrir los regalos —declaró Alice. Pasó su mano fría bajo mi codo y me llevó hacia la mesa donde estaban la tarta y los envoltorios plateados.
Puse mi mejor cara de mártir.
Le dije que no quería regalos, pero siguió su camino, Me quitó la cámara de las manos y en su lugar puso una gran caja cuadrada y plateada. Era tan ligera que parecía vacía. La tarjeta de la parte superior decía que era de Emmett, Rosalie y Jasper. Lo Abrí, era una caja para algún aparato electrónico. Pero estaba vacía.
—Mmm... Gracias.
A Rosalie se le escapó una sonrisa. Jasper se rió.
—Es un estéreo para tu coche —explicó—. Emmett lo está instalando ahora mismo para que no puedas devolverlo.
Alice siempre iba un paso por delante de mí.
Les agradecí, y a Emmett le tuve que gritar un poco.
—Abre ahora el de Edward y el mío —dijo Alice, con una voz que había adquirido un tono agudo. Tenía en la mano un paquete pequeño
Me volví y le lancé a Edward una mirada de basilisco.
—Lo prometiste.
Antes de que pudiera contestar, Emmett apareció en la puerta.
—¡Justo a tiempo! —alardeó y se colocó detrás de Jasper, que se había acercado más de lo habitual para poder ver mejor.
—No me he gastado un centavo —me aseguró. Y me volví asía Alice
—Dámelo —suspiré.
Emmett rió entre dientes con placer.
Tomé el pequeño paquete, dirigiendo los ojos a Edward mientras deslizaba el dedo bajo el filo del papel y jalaba.
—¡Maldita sea! —murmuré, cuando el papel me cortó el dedo. Lo alcé para examinar el daño. Sólo salía una gota de sangre del pequeño corte.
Entonces, todo pasó muy rápido.
—¡No! —rugió Edward.
Se arrojó sobre mí, lanzándome contra la mesa. Las dos nos caímos, tirando al suelo el pastel y los regalos, las flores y los platos. Aterricé en un montón de cristales hechos añicos.
Jasper chocó contra Edward y el sonido pareció el golpear de dos rocas.
También hubo otro ruido, un gruñido animal que parecía proceder de la profundidad del pecho de Jasper. Éste intentó empujar a Edward a un lado y sus dientes chasquearon a pocos centímetros de su rostro.
Al segundo siguiente, Emmett agarraba a Jasper desde detrás, sujetándolo con su abrazo de hierro, pero Jasper se debatía desesperadamente, con sus ojos salvajes, de expresión vacía fijos exclusivamente en mí.
No sólo estaba en estado de shock, sino que también sentía pena. Caí al suelo cerca del piano, con los brazos extendidos de forma instintiva para parar mi caída entre los trozos irregulares de cristal. Justo en aquel momento sentí un dolor agudo y punzante que me subió desde la muñeca hasta el pliegue del codo.
Aturdida y desorientada, miré la brillante sangre roja que salía de mi brazo y después a los ojos enfebrecidos de seis vampiros repentinamente hambrientos.


****************************************

Fin del Resumen Nº 3 !! xD Hasta que lleguemos al despertar =)

jijiji Espero que les guste Ocaso !

Y También se pasen por las otras entradas...

Mi otra mitad!

Mi Vampiro!

Y las demás que encontraran en la pagina principal !

Un Millon de Besos Vampiricos

ATT: Gelly y Mafeziita ( ella y yo resumimos =) )

miércoles, 6 de enero de 2010

Todo paso muy rapido (parte 2)

Después de que Edward me dijo que fuéramos a clases, entramos y todo el día me pareció que paso volando en menos de lo que parpadee ya habían terminado las clases y iba a mi casa para ver la película de Romeo y Julieta, con Edward para luego ir a mi “fiesta de cumpleaños” entonces Edward como siempre me acompaño hasta mi coche pero esta vez me abrió el asiento del copiloto… Cruce los brazos en mi pecho y dije:
-¿Es mi cumpleaños y no puedo conducir?
-Estoy siguiendo tus órdenes, me comporto como siempre, hoy no es tu cumpleaños
-Pues si no es mi cumpleaños, no tengo que ir a tu casa esta noche…
-Muy bien- dijo cerrando la puerta del copiloto y pasando al lado mío para abrir la puerta del conductor. - Feliz cumpleaños
-Calla – Masculle con poco entusiasmo, subí al coche deseando que hubiera cambiado de opinión
Mientras conducía hacia mi casa, Edward jugueteaba con el radio, con cara de descontento y rabia y dijo:
-Tu radio se oye fatal, ¡Argg!
Lo único que hice fue poner cara de pocos amigos, No me gustaba cuando se ponía a criticar mi carro, era perfecto… y tenía personalidad
-¿Quieres un estéreo que suene bien?... Pues conduce tu propio coche – Los planes de hoy en la tarde me tenían muy tensa y me salió el tono muy alto, nunca exponía Edward a mi mal genio… Pero por mi tono Edward apretó los labios para que no se le escapara una sonrisa.
Se volvió para tomar mi rostro entre sus manos, me toco con mucho cuidado, paseando las puntas de sus dedos por mis sienes, mis pómulos y la línea de la mandíbula. Como si yo fuera algo que se pudiera romper con facilidad. El cual era exactamente el caso, o al menos con él.
-Deberías estar de un humor estupendo, especialmente hoy. –dijo y su aliento se deslizo por mi rostro.
-¿Y si no quiero estar de buen humor? – Pregunte jadeando. Sus ojos dorados ardieron apasionados
-Pues muy mal.
Empezaba a sentirme confundida cuando se inclino y presiono sus labios contra los míos, tal y como él quería me olvide de todo y solo intente recordar cómo se inspiraba y se exhalaba. Su boca se detuvo en la mía, perfecta como siempre, hasta que mis brazos en torno a su cuello y me lance a besarlo con algo más que entusiasmo. Y entonces curvo sus labios en torno a una sonrisa y deshizo con delicadeza mi abraso.
Edward había hecho límites del contacto físico entre nosotros, a fin de mantenerme viva. Pero tendía a olvidarlo cuando me besaba.
-Pórtate bien, por favor – suspiro contra mi mejilla, apretó nuevamente sus labios contra los mis para luego apartarse definitivamente.
Mi corazón palpitaba como loco, puse mi mano en torno a mi pecho.
-¿Crees que esto mejorara algún día? – me dirigía mas esa pregunta a mí que a él. -¿Alguna vez conseguiré que mi corazón deje de intentar saltar fuera de mi pecho cuando me tocas?
-La verdad espero que, no – Dijo un poco orgulloso de si mismo… Puse los ojos en blanco
-Anda, vamos a ver como los Capuletos y los Montesco se destrozan unos a otros ¿si?
-Tus deseos son órdenes para mi
Edward al llegar se tiro en el sofá mientras yo ponía la película luego me envolvió la cintura con sus brazos y me acomodo en su pecho. Su pecho era duro y frio, aunque perfecto, como una escultura de hielo. Tomo una sabana doblada y me cubrió con ella.
-¿Sabes? No me cae nada bien Romeo – Comento cuando empezó la película
-¿Qué tiene de malo Romeo? – me molesto un poco yo adoraba o Romeo un gran personaje
-Bien: Esta enamorado de esa Rosalinda, ¿no te parece un poco voluble? Y luego unos pocos minutos después de su boda mata al primo de Julieta, es muy poco brillante… Va sumando error tras error… ¿Habría una forma de que destruyera su felicidad de forma mas completa?
-¿Quieres que la vea sola?
-No, de todos modos yo te mirare a ti, todo el rato – su dedo se deslizo por mi piel trazando figuras, y poniéndome la piel de gallina - ¿Vas a llorar?
-Probablemente, si estas pendiente de mi todo el rato
-Entonces no te distraeré- pero sentí sus labios en mi pelo, y eso me distraía mucho
La película comenzó y me distrajo a ratos ya que Edward susurraba versos de Romeo lo que hacía que el actor quedara corto en comparación a su dulce y aterciopelada voz, y claro que llore cuando Julieta se despierta y su esposo estaba muerto, para diversión de Edward.
-Debo admitir que le tengo una especie de envidia- dijo mientras me secaba las lagrimas con un mechón de mi propio pelo
-Ella es muy bonita – e hizo un sonido de disgusto
-No le envidio a la chica, sino la facilidad para suicidarse –aclaro en tono de burla. - ¡Ustedes los humanos la tienen muy fácil! Solo tragan un frasco de veneno y ya…
-¿Qué? –Inquirí con un grito ahogado
-Es algo que tuve que plantearme una vez, y según lo que se por Carlisle es difícil, el tubo que probar muchos modos, y sigue con una salud excelente. – me retorcí para ver su cara.
-¿De qué hablas? ¿Y por qué te lo planteaste una vez?
-La primavera pasada… Cuando paso lo de James –Se concentro para volver a su tono socarrón- claro que me concentraba en encontrarte con vida, pero una parte de mi estaba elaborando un plan de emergencia porsiacaso no salían bien las cosas, y como decía no era tan fácil para mí que para un humano.
Entonces mi mente recordó con muchísima claridad ese día e inconscientemente lleve mi mano a la cicatriz en forma de media luna en mi brazo.
-¿Un plan de emergencia? –pregunte
-Bueno no estaba dispuesto a vivir sin ti- puso los ojos en blanco como si fuera evidente – aunque no estaba seguro de cómo hacerlo, lo que pensé fue en ir a Italia y desafiar a los Vultruris.
No quería creer que hablara en serio pero en sus ojo se notaba la seriedad de sus palabras, de pronto estaba furiosa.
-¿Qué es un Vultruri?- pregunte
-Son una familia –respondió- muy poderosa lo más parecido a la realeza, Carlisle vivió con ellos por un tiempo en Italia antes de venir a América ¿Recuerdas la historia?
-Claro que la recuerdo… -Respondí
Mi mente recorrió esos recuerdos de las pinturas y la historia en el estudio de Carlisle. Pero Edward no los había llamado Vultruris sino Aro, Cayo y Marco los mecenas nocturnos de las artes.
-De cualquier modo, lo mejor es no retar a los Vultruris –Continuo deteniendo mis recuerdos- Amenos de que quieras morir, o lo que sea que nosotros hagamos – lo dijo con aburrimiento como si no importara. Mi ira se transformo en terror, tome su rostro entre mis manos y dije:
-¡NUNCA VUELVAS A PENSAR EN ESO! – Me calme un poco – Nunca, Edward no importa lo que pase, no te permito que te hagas daño a ti mismo…
-No volveré a ponerte en peligro jamás así que eso es un punto indiscutible.
-¡¿Ponerme en peligro?! – cada vez estaba más furiosa - ¿Pero no estábamos de acuerdo en que la mala suerte es cosa mía? ¿Cómo te atreves a pensar en eso? – Pensar en que Edward dejara de existir aunque yo no estuviera viva dolía mucho.
-¿Qué harías si sucediera a la inversa? – Pregunto
- No es lo mismo – dije y el no parecía comprender la diferencia y rio entre dientes
-¿Y qué pasa si te ocurre algo? – No me gusto pensar en eso - ¿Querrías que me suicidara?- un rasgo de dolor se cruzo en su rostro
-Creo que entiendo a dónde vas… solo un poco – admitió – Pero que haría yo sin ti…
-Cualquier cosa que hacías antes de que apareciera yo para complicarte la vida – Suspiro
-Tal y como lo dices suena fácil.
-Seguro que lo es, no soy tan interesante. – Parecía a punto de rebatirlo pero lo dejo pasar y dijo:
-Eso es discutible- me recordó
Repentinamente se incorporo para adoptar una postura más formal y me puso a su lado de modo que no nos tocáramos.
-¿Charlie? – Aventure y Edward sonrió, tome su mano, bien Charlie podría soportar eso. Luego escuche la patrulla estacionar y poco después los pasos de mi padre…


***********************************************************************************

Holaa ! publicamos de nuevoo ! Hahaha un beso a los pocos que leen esto !
ATT: El trió Mallydi

sábado, 2 de enero de 2010

Cap. 1. Todo paso muy rapido (parte 1)


Estaba segura de que era un sueño, casi completamente segura porque estaba en Forks en el prado, pero el clima no se parecía en nada, habían rayos de luz muy fuertes parecía que estuviera en Jacksonville, al frente de mi abuelita, lo cual rectificaba que lo más probable era que fuera un sueño ya que mi abuela Marie había muerto hace 6 años. No había cambiado mucho desde la última vez que la vi. Estaba pensando en un sinfín de preguntas ¿Dónde estaba el abuelo? ¿Estaba bien? ¿Adonde avía ido hacia hace 6 años? entonces las dos curvamos nuestros labios en una media sonrisa pero sus ojos al igual que los míos tenían sorpresa. Tampoco esperaba verme.
-¿Bella?
Escuche en el bosque las dos volteamos a ver de dónde provenía, aunque yo no necesitaba hacerlo reconocería esa voz aterciopelada en cualquier lugar…
Edward. El estaba a un lado del bosque y tanto mi abuelita como yo lo miramos, aunque me moría de ganas de verlo, tenía miedo de cómo reaccionaría mi abuelita, pues ella no sabía- como todos los demás- que mi novio era un vampiro. Aunque fuera un sueño me aterre al ver a Edward caminando hacia los rayos del sol. Pensaba en cómo explicarle a mi abuela lo que estaría a punto de ver, a mi novio que con la luz del sol su piel brillara como si fueran diamantes. En ese momento voltee a ver a mi abuela con expresión aterrada cuando me di cuenta de que era demasiado tarde, ella tenía la misma expresión en su rostro. Edward continúo caminando hacia mí con ese andar tan grácil y esa sonrisa arrebatadora. Cuando llego hasta mi me paso un brazo por los hombros y se volvió para mirar a la abuela.
La expresión de la abuela era avergonzada como si esperara alguna reprimenda o algo así, luego alzo uno de sus brazos al aire y lo rodeo como si abrazara a alguien … a alguien invisible … Solo me percate del marco que rodeaba su figura al contemplarlo desde una perspectiva más amplia . Sin comprender aun alce la mano que tenia libre y la acerque a ella, en un acto reflejo ella hizo lo mismo, como en un reflejo. Pero donde tendría que haber sentido su pie, su contacto, solo había frio cristal.
Estaba viendo mi reflejo, entonces lo comprendí…
Esa no era mi abuelita…
Era yo!!
Entonces Edward apretó sus fríos labios en mi mejilla y dijo
-Feliz cumpleaños, Bella –
Me desperté sobresaltada, e hiperventilando y jadeante, con mis ojos a punto de salirse de su órbita.
“Solo ha sido un sueño” lo repetí varias veces en mi mente y respirando. Tome un último sorbo de aire profundo y salte de la cama cuando supe que ya el susto estaba bajo control. Fui a ver en el calendario de la esquina la fecha “13 de septiembre”. Era solo un sueño pero definitivamente profético al menos en un sentido: hoy era el día de mi cumpleaños. Acababa de cumplir oficialmente 18 años. Corrí a revisarme en el espejo para asegurarme de que no había cambiado mucho, una extraña satisfacción paso por mi semblante cuando vi que estaba igual que siempre solamente una arruga en la frente que desaparecería si me relajaba pero no podía “Solo fue un sueño” lo repetí y también mi peor pesadilla.
No tenía ánimos para desayunar, ya que quería salir de casa lo antes posible. No tenía ganas de fingir alegría mientras abría mis regalos que pedí o más bien ordene que no me dieran. Así que recibí los regalos con una sonrisa aunque Charlie se dio cuenta de que cada vez que sonreía pareciera que fuera a llorar. Cuando llegue al estacionamiento del instituto de Forks estaba como siempre Edward recostado de su flamante Volvo, esperándome, el sueño no le hacía justicia. Su hermana Alice estaba junta a él, esperándome también. Puse cara de pocos amigos al ver a Alice hay, esperándome con sus ojos brillando de excitación y con una pequeña caja envuelta con papel plateado en las manos. Le había dicho que no quería que me dieran regalos ni ningún tipo de atenciones por mi cumpleaños. Evidentemente me había ignorado.

Cerré la puerta de un tiro y Salí a su encuentro. Me acerque lentamente hasta ellos. Alice dio un pequeño salto hacia adelante para encontrarse con migo; su cara de duende resplandecía bajo el puntiagudo pelo negro.
-¡Feliz cumpleaños, Bella!
-¡Calla! – Dije mientras miraba hacia los lados para asegurarme de que nadie había escuchado.
Alice Siguió discutiendo Sobre Los Regalos, yo le deje claro que no quería nada.

Entonces llegamos hasta donde estaba Edward al llegar me tendió la mano. La tome con ganas y por un momento descartando mis pensamientos sombríos, y me perdí en sus ojos color topacio liquido, su piel era tan suave pero dura a la vez y helada pero perfecta, le dio un pequeño apretón suave a mis dedos, pero mi corazón sufrió uno más fuerte. El sonrió al escuchar el tartamudeo de los latidos de mi corazón. Levanto la mano libre y recorrió el contorno de mis labios con su gélido dedo mientras hablaba y suspiro:
-Así que, tal y como me lo impusiste, no puedo felicitarte por tu cumpleaños ¿cierto?
-Sí, cierto
-Solo me estaba asegurando- se paso la mano por el cabellos despeinado – podrías haber cambiado de idea la mayoría de las personas disfruta con los cumpleaños y los regalos.
Alice rompió a reír, y dijo: -Claro que lo disfrutan, se supone que hoy todos se portaran bien contigo y te dejaran hacer todo lo que quieras, Bella – sonrió - ¿Qué podría ocurrir de malo?
-Pues volverme vieja – conteste con el tono un poco menos serio del que quería. A mi lado Edward y su sonrisa se tensaron hasta convertirse en una línea dura.
-Tener 18 años no es ser vieja, tenía entendido que las chicas no se ponían tristes por cumplir años hasta los 29 – dijo Alice
-Eso es ser mayor que Edward – Proteste. El suspiro
-Técnicamente si, pero por un año- Dijo con su todo de desenfado
Me quede pensando en el tema de la edad, y de convertirme, yo tenia planeado ser de la familia Cullen pronto, pero Edward se había cerrado a cualquier cosa sobre ese tema. Un “Impasse” le diría el. Entonces Alice me saco de mis pensamientos preguntando:
-¿A qué hora debes llegar a casa?
- No sabía que tenías planes de ir…
-Ay Bella, ¡NO TE PONGAS DIFICIL! - protesto – No nos iras a arruinar todo con esa cara ¿Verdad?...
-Creía que mi cumpleaños era para hacer lo que “yo” deseara
-La llevare a la casa de Charlie después de las clases… - dijo Edward
-Tengo que trabajar...- Alice me interrumpió
-En realidad no, hable con la señora Newton y cambio tus horas…
-Peroo… -me puse a buscar e mi mente alguna excusas – tengo que ver “romeo y Julieta” para literatura
-Te sabes romeo y Julieta de memoria… --dijo Alice frustrada
-La película. -dije
-Ya las vistes… todas!!
-las tengo que volver a ver- y Alice perdió la sonrisa
-Vas a ir, así sea por las buenas o las malas… IRAS!
-Peroo… - intente zafarme pero Edward dijo
-Yo la llevare a las 7:00 y veremos la película en la tarde. –dijo seriamente
-¡eso suena bien! –Dijo Alice- te veré en la noche. Bella –Y con una sonrisa gigantesca se fue dando salticos
-Edward, por favor…- comencé a suplicar pero me puso uno de sus dedos en mis labios
-Ya lo discutiremos luego, llegaremos tarde a clases… -dijo y después nos fuimos.

*************************************************************************************

Espero que les guste ...
Es un resumen de los primeros 3 capítulos de luna nueva ... para que la historia tuviera sentido ... Publicaremos lo mas pronto posible. Un Besoo ! <3 el trio Mallydi